jueves, 10 de diciembre de 2009

Cuarta: Necesidad y amor no es lo mismo.

…Verðandi no había reparado en su presencia.
En esos momentos se mantenía abrazando a su padre, mientras susurraba palabras que el caballero no lograba escuchar, debido a la distancia que aun los separaba.
El cuerpo de ambos seres lucían lastimados. Pero era el del padre de Verðandi el que dejaba ver heridas más graves, todas amoratadas y emanando sangre continuamente. 
El soñador comprendió un poco. 
El Señor de la Oscuridad había liberado un hechizo muy poderoso que debería acabar con los intrusos, pero había terminado por lastimar también a los seguidores del horrendo ser.
Él había llegado ahí gracias a los grandes hechiceros que deseaban la paz, y habían tenido muchos problemas para encontrar al Señor de la Oscuridad lo antes posible, ya que cada minuto que tardaba, hacía que perdiera un valioso aliado y a un querido amigo. 
el soñador ya no quería eso. Ya no quería ver morir a nadie. Y ahora que veía ese cuerpo lastimado del padre de Verðand, comprendió que Verðand tampoco quería.
Verðand, quien abrazaba a su padre de manera protectora y sumamente novedosa alel_angel_caido soñador. La visión le hizo comprender que algo había cambiado, no solo en la disir, y tuvo la sensación de que le gustaba.
Saber que no era tan malvada como quería parecer, le gustaba.
Ahí había una Norna, protegiendo lo que más amaba y demostraba, ya de paso, que tenía capacidad para amar.
Increíble.


El caballero se acercó, procurando que sus pasos fueran firmes. Sin embargo estaba cansado.
Por ello terminó tropezando y levantando ambas manos para recuperar el equilibrio, sostenido de esa rasposa pared.
Verðand volteó para verlo. En su mirada se notaba miedo, pero cambió al instante por un alivio que no pudo ocultar.
Verðand estaba contenta al verlo. Verlo a él y no al Señor de la Oscuridad, comprendió el soñador.
Ambos permanecieron con las miradas enlazadas hasta que un rubor cubrió las mejillas de la disir y arrugó la frente antes de bajar la cara y sonreírle a su padre, quien había despertado. 


caballeeEsa sonrisa fue lo que afectó más al Caballero.
Una sonrisa amorosa, carente de arrogancia o burla. Una sonrisa que dejaba emanar todo el cariño que una Norna podía entregar a la persona adecuada, especialmente si se trataba de su padre.
Una hermosa sonrisa.
El soñador deseó ser la persona adecuada.
Lo deseó con toda el alma.
Después de odió por haber admitido ese deseo.

o.o.o.o.o.o
- Joven soñador, creí que habías comprendido el fin de realizar este club.
Fue eso lo que dijo “愛 Ai” antes de regañarlo. Fue eso lo que hizo comprender al soñador que estaba atrapado. Y simplemente no había lugar en dónde pudiera esconderse. Tenía que estar ahí, tolerando su reciente carencia de tranquilidad y evadiendo la mirada furiosa de “愛 Ai”.
Aunque había que admitir que la idea era buena.
En el ambiente había pequeños grupos, cada uno perteneciente a alguna casa, con un poco de entusiasmo.
El caballero pensó que eso haría que valiera la pena que se arriesgara a la compañía de la Norna, y terminó por tomar un lugar junto a Asuka, quien le entregó un pergamino de información.
El soñador se apresuró a leer la información, solo para darse cuenta de que no había comprendido nada. Su amiga había comenzado a hablar, para explicar un poco el plan que tenían, pero el chico se volvió a sumergir en la lectura, dispuesto a no requerir de expresar alguna idea.
Justo cuando estaba por la tercera línea, tras repetir la lectura unas 4 veces, sintió un golpecito en la cabeza y levantó la mirada para encontrar a su molesta amiga.
- ¿Qué pasa?
- Me preguntaba la razón por la que pareces peculiarmente desconectado - dijo la chica, logrando que el soñador se ruborizara,  segundos antes de captar la burlona sonrisa de Verðandi que había decidido prestar atención en ese preciso momento - ¿Estás de acuerdo con lo que hemos dicho? 
El caballero pensó que sería bastante incómodo evidenciar que no sabía a lo que se refería su amiga. mascaras_teatro280
- Lo estoy.
- ¿Seguro? - insistió Asuka.
- Claro que si.
“愛 Ai” dudó.
Ese gesto no le gustó nada al caballero y vio que la Norma se ponía de pie.
- Debe haber alguien más - dijo Verðandi con molestia - Estoy segura que puede haber mejores ideas que las suyas.
¿Ah?
- Claro que habrá ideas de todos, Verðandi - dijo ella con molestia - , pero el caballero tiene habilidad para hacerlas interesantes.
¿Qué demonios...?
- ¿Eh?
- Su capacidad de mentir no puede ser la base de nuestro club - insistió la Norna.
- Sucede - “愛 Ai” la miró con fiereza - que eres la único a la que no le parece la idea. Nadie más esta protestando, Verðandi.
Harry miró al resto de los alumnos. En efecto, nadie parecía incómodo con la idea; cualquiera que fuera.
- ¿Por qué simplemente no lo haces, Verðandi? - preguntó el caballero con una ceja enarcada - Estas en el club, eso debe ameritarte ciertas responsabilidades como a todos nosotros.
- Ni siquiera sabes de lo que hablamos - gruñó la Norna.
El joven sonrió. De esa manera esperaba hacerle saber que no le importaba realmente.
- ¿Tu lo aceptas? - cuestionó la Norna.
- Desde luego.
- En ese caso no hay más que hablar - dijo “愛 Ai” con satisfacción - Verðandi, sugiero que te pongas de acuerdo con el soñador para comenzar con el guión. Los demás harán pequeños escritos para que revisen sus ideas y comenzaré a trabajar en el material junto con el Realista.
- ¿Uh? – El joven soñador parpadeó y se puso de pie al ver que los demás comenzaban a salir.
- Felicidades, héroe - gruñó Verðandi pasando por un lado suyo - Como si no tuviera suficiente con verte por los pasillos.
- ¿De qué...?
- Soñador - “愛 Ai” se acercó con una gran sonrisa - Gracias por aceptar ser nuestro co-escritor.
- Yo no...
- Y vaya que lo hiciste, #%$&.. soñador - interrumpió la Norna - Acabas de aceptar que seamos nosotros quien hagamos el guión.
El caballero sintió que el mundo comenzaba a girar a su alrededor.


o.o.o.o.o
Verðandi estaba muy concentrada en esos papeles.
El caballero pensó que era buena idea hacer lo mismo, pero cada que tomaba un pergamino escrito por uno de los miembros del nuevo club de teatro e intentaba descifrar la letra con la que estaba escrito, caía en un grado de incomprensión que lo hacía divagar en su actual situación. Una, por cierto, que tenía brincando a su corazón de siniestro gozo y le hacía gruñir lo más discretamente que le era posible. Aunque la discreción no era el fuerte del soñador, precisamente.
Habían acordado en citarse en una semana. El caballero tenía la sospecha de que la Disir lo había hecho a propósito, para no entrar a la reunión que se celebraba en ese momento, sin embargo no sabía lo que era peor; verse con un montón de seres mágicos que le prestaban demasiada atención, o estar con la Disir al que su corazón daba TODA la atención.
El joven suspiró. Decididamente la vida era injusta.
La idea de “愛 Ai” era que entre los dos crearan un guión para el club. De tal manera que pudieran ensayar y presentar una historia en la última festividad de diciembre. great-writer
El soñador no era bueno escribiendo, así que tuvo suficiente tiempo para reprocharle eso a su amiga, quien lo frenó con bastante astucia: ?Te pregunte si estabas de acuerdo?.
Si, bueno, el caballero no se había negado... Es más, había reiterado que quería eso. Así que decir a su amiga que no estaba prestando mucha atención no lo pondría en la mejor de las situaciones.
- Esta idea es buena.
El caballero dio un pequeño brinco que lo tiró con todo y silla. Estando en el suelo maldijo y se puso de pie para ver la sonrisa retorcida de Verðandi.
- Cualquiera diría que te pone nervioso estar a solas conmigo, Soñador.
- Ya quisieras, Verðandi - dijo el joven con molestia.
- Mmmm - la disir sonrió y se acomodó en la silla que estaba a un lado del caballero, acercándose demasiado - ¿Qué te parece esto?
- ¿Q-que cosa?
- El texto, idiota - Verðandi le acercó más el pergamino, del que el caballero no se había percatado - La idea parece interesante, seguramente podremos hacer algo bueno para la primera obra.

El soñaror posó sus ojos en las letras que había en el papel y le resultó imposible leerlas, debido a la cercanía de la disir.
De alguna manera se le ocurrió que no era tan malo. De hecho había algo nuevo, de lo que no se había percatado, que hacía más agradable esa cercanía al grado de adormecerlo de forma deliciosa.
- ¿Idea? - preguntó estupidamente.
Verðandi se incorporó de repente. Lo hizo con tal violencia que asustó al soñador y terminó de nuevo en el suelo, golpeándose uno de los codos de manera dolorosa.
-¿Qué haces? - demandó el joven con molestia y volvió a incorporarse.
Verðandi apretó los labios y se sentó en la silla acomodada al otro extremo, precisamente la que estaba lejos del caballero.
El joven odió haberse sentido decepcionado por eso.
- Deberíamos comenzar a escribir - dijo la disir con tono cortante y comenzó a sacar unos pergaminos limpios junto con la pluma y la tinta - Lo revisarás en cuanto acabe la hoja y corregiremos lo necesario.
- Pero yo...
- Somos un equipo, soñador - dijo con exasperación - Tienes que complementar la idea para que las cosas salgan bien. Al menos “愛 Ai”  dijo que eras bueno en eso.
La verdad es que el caballero no se sentía bueno, pese a que “愛 Ai” había insistido en que era una de sus habilidades.
No escribía bien, sin embargo solía ayudar al Fantasma Relaista a corregir algunas cosas y había logrado aumentar unas tantas. Seguramente eso había llamado la atención de su amiga.
El joven vio que Verðandi comenzaba a trabajar y decidió intentarlo también.

carta_despedida[2]
Se puso a leer otros pergaminos para rescatar algunas ideas. Sin embargo resultó un poco difícil al recordar esa sensación que había inundado su interior, al estar cerca de Verðandi.
Ya la había sentido, estaba seguro, pero era hasta ese momento que la reconocía. Las veces anteriores no se había presentado con esa peculiar intensidad.
Se trataba de un bienestar que parecía no estar directamente relacionado con su corazón.
Que extraño.
De pronto Verðandi se detuvo.
El caballero la vio ponerse de pie y recibió el pergamino que le ofrecía, sin embargo la disir se atrevió a atrapar esa mano y de nuevo la sensación de alivio se hizo presente a medida que su corazón se alteraba de peligrosa manera.
- ¿Si yo... - Verðandi apretó los dientes - ... te pidiera ayuda...?
- ¡Te la daría! - exclamó el soñador emocionado.
Verðandi parpadeó con confusión y lo soltó, antes de dejar ese pergamino sobre el escritorio.
- Nos vemos en ocho días, caballero - dijo girando para irse - Revisa eso, yo me haré cargo de lo demás.

pergamino_enrrollado

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